Star Wars Star Wars en Crisis: ¿Cómo la Agenda WOKE aniquila sus raíces cristianas y destruye el verdadero Viaje del Héroe? 53 minuto leer 4 293 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Linkedin I. Introducción: El nacimiento de una épica galáctica Corría el año 1977 cuando las salas de cine fueron sacudidas por un suceso que nadie anticipaba en su verdadera magnitud: “Star Wars”, aquella space opera que combinaba la fantasía heroica con la tecnología futurista, se convertiría en uno de los mayores fenómenos culturales del siglo XX. Dirigida por un visionario llamado George Lucas, esta cinta no solo inauguró una saga que a la postre redefiniría los efectos especiales y la mercadotecnia en Hollywood, sino que, además, echó mano de fuentes narrativas muy antiguas —entre ellas, ciertos simbolismos cristianos y la estructura mítica del “Viaje del Héroe”— para contar una historia que, a pesar de la parafernalia galáctica, se sentía inusitadamente cercana. Y es que “Star Wars” resonó con esa parte profunda del corazón humano que anhela la libertad, la redención y la victoria final de la Luz sobre la Oscuridad. Hablar de “Star Wars” no es solo contemplar naves espaciales y espadas láser, sino adentrarse en un cosmos de ideas morales, en la lucha entre el Bien y el Mal, y en la revelación de la dignidad única de cada individuo. Es también hablar de la convergencia de varios sistemas de creencias y tradiciones espirituales. Para muchos, en su núcleo late el credo judeocristiano —de forma velada, sí, pero inconfundible— que se expone en la noción de la Fuerza como un principio universal que, sin embargo, exige del héroe una respuesta libre y una disciplina personal para encaminarla hacia la justicia. Esto sitúa la saga en una dimensión casi mesiánica, donde el Elegido —Luke Skywalker, y tras él otros protagonistas— asume un destino que lo trasciende y que apunta hacia la restauración del orden y de la esperanza. No obstante, la historia reciente de la saga ha estado marcada por intentos de reescritura y desnaturalización de estos elementos fundacionales. Bajo el manto de lo que hoy se llama cultura “WOKE”, se han impulsado narrativas que rompen con el arquetipo heroico clásico y que desdibujan la tensión moral entre la Luz y la Oscuridad para imponer lecturas que muchos considerarían excesivamente colectivistas, ideologizadas y contrarias a la búsqueda del perfeccionamiento individual. Con la llegada de estas visiones, que se enmascaran bajo la bandera de la “inclusión” y la “igualdad”, se han debilitado los pilares que hicieron grande a la franquicia. Ya no se enfatiza el viaje personal de superación, la responsabilidad moral frente a la tentación, o la fuerza interior que brota de la fe y la búsqueda de la verdad. En su lugar, se enarbolan discursos que, con la excusa de “actualizar” la saga, diluyen el heroísmo, la épica y la trascendencia. En este artículo, reflexionaremos sobre el origen cristiano y las fuentes míticas que nutrieron la visión inicial de Lucas, para luego analizar cómo la saga ha sido atacada por los nuevos discursos progresistas. Asimismo, mostraremos cómo esa desnaturalización ha resultado en productos cada vez más carentes de alma y peores en números de audiencia. Finalmente, veremos cómo la libertad individual —la misma que proclamaron en su día los Padres Fundadores en Estados Unidos y que se fundamenta en la dignidad otorgada por el Creador— se ve amenazada por una corrección política globalista que no tolera la divergencia de pensamiento. Desde mi perspectiva de crítico de cine cristiano y conservador, confío en que este ensayo encienda una chispa de esperanza y rebeldía para quienes aún creen en los valores de la épica, la fe, la individualidad y la verdadera grandeza humana. II. El trasfondo cristiano en la “Star Wars” original 2.1. Un mito moderno con raíces bíblicas A primera vista, “Star Wars” parece ser una épica de ciencia ficción. Sin embargo, basta con rascar un poco la superficie para descubrir el entramado espiritual que la sustenta. George Lucas era y es, en cierta medida, un estudioso de las mitologías y de la religión comparada, siendo uno de sus referentes principales el trabajo de Joseph Campbell en torno al “monomito”. Y aunque es cierto que Campbell utilizaba ejemplos de varias religiones y tradiciones, las resonancias con el cristianismo son innegables. Al fin y al cabo, la historia del héroe que nace en un lugar humilde, que es llamado a la grandeza, que sufre tentaciones y pruebas, y que al final se inmola por la victoria definitiva del Bien, es un eco directo de la narrativa de Cristo y de la manera en que el cristianismo entiende la historia de la salvación. Basta ver la personalidad de Luke Skywalker en la cinta original: un joven lleno de esperanza, que vive alejado del centro del poder (en un mundo desértico como Tatooine, evocando el desierto bíblico) y que, sin embargo, carga con la “sangre real” en sus venas. Su padre, Anakin, había caído al lado oscuro, lo cual recuerda a la idea del pecado que corrompe el linaje humano desde la caída de Adán. Luke se convertirá, por la providencia de la Fuerza, en la llave para redimir ese legado, y su pureza de corazón le permitirá enfrentarse a la tiranía y sembrar la semilla de una nueva esperanza en toda la galaxia. Ese rol mesiánico se hace aún más evidente en episodios posteriores, especialmente cuando arriesga su propia vida para tratar de traer de vuelta a su padre del lado oscuro. 2.2. La Fuerza como símbolo de lo sagrado La “Fuerza” en Star Wars se ha descrito de múltiples maneras: un campo energético que conecta a todos los seres vivos, un halo que rodea cada partícula y que puede ser manipulado por quienes están entrenados en sus caminos. Sin embargo, lo que muchas veces se olvida es que el guion original estaba plagado de referencias aún más directas a conceptos de lo divino. George Lucas acortó algunos de esos pasajes para hacer la historia más universal, pero la esencia permaneció: la Fuerza no es un simple recurso de ciencia ficción, sino una representación metafórica de la gracia, del favor inmerecido que se otorga a quienes están dispuestos a escucharla y dejarse guiar por ella. Es un poder que exige disciplina, fe y obediencia a un llamado superior, recordándonos los valores centrales de la tradición cristiana, donde el ser humano está llamado a cooperar con la Gracia divina para hacer el bien y resistir el mal. En la película de 1977, la Fuerza aparece como una realidad incuestionable para los antiguos caballeros Jedi, quienes vivían —al menos en los tiempos de la Antigua República— como una especie de “orden monástica”. Vestían ropas sencillas, hacían votos de servicio y se entrenaban en el “camino de la Fuerza”. Su misión era mantener el equilibrio y la paz, y su grandeza residía no en su poder destructivo, sino en la sabiduría, la misericordia y la justicia que ponían en práctica. Esta metáfora encaja perfectamente con la visión cristiana de la caballería medieval, de las órdenes religiosas guerreras (como los templarios), que combinaban la disciplina marcial con la rectitud moral. Aunque Lucas quiso mantenerse abierto a varias lecturas, la asociación de la Fuerza con la fe cristiana es innegable. 2.3. Redención y sacrificio La historia de Star Wars, en sus primeras entregas, es un constante clamor por la redención. Luke, la Alianza Rebelde y la propia galaxia entera esperan la salvación de la opresión del Imperio Galáctico. Pero, por encima de todo, la trama gira alrededor de la posibilidad de redimir al mayor villano de la saga: Darth Vader. El clímax de la historia en “El Retorno del Jedi” (1983) es una proclamación de la potencia del amor filial, de la fe en la bondad presente aún en el corazón más corrompido, y de la capacidad de un alma de arrepentirse y regresar a la Luz. Este mensaje es eminentemente cristiano. La idea de que “en cada corazón hay una chispa divina que puede reavivarse si se elige arrepentirse” está en el centro del dogma cristiano de la salvación. Al final, Vader se sacrifica para salvar a su hijo y destruye al Emperador Palpatine, asumiendo el coste de ese acto heroico. Esta imagen no es otra cosa que la culminación del mito cristiano del amor más fuerte que la muerte, del perdón que borra el pasado y de la gracia que eleva al pecador arrepentido. Aunque la historia no se refiere explícitamente a Jesucristo, los ecos están ahí para quien quiera verlos: la inquebrantable voluntad de Luke de creer en la redención de su padre se convierte en la piedra angular de la victoria sobre el mal. III. El arquetipo del viaje del héroe 3.1. Influencia de Joseph Campbell y la pervivencia de la tradición occidental El “Viaje del Héroe”, también llamado “monomito”, es una estructura narrativa identificada por el mitólogo estadounidense Joseph Campbell, quien a su vez se apoyó en una infinidad de relatos antiguos de distintas culturas. Sin embargo, la tradición judeocristiana (sumada a la grecorromana) ofreció el paradigma de la épica heroica en Occidente, profundamente marcada por la existencia de un orden moral objetivo, de un Dios personal y de una historia lineal que avanza hacia una plenitud escatológica. En ese sentido, la Biblia nos presenta a héroes como Moisés, David, los profetas e incluso figuras del Nuevo Testamento que, a su manera, vivieron ese recorrido de llamada, prueba, caída y exaltación. George Lucas reconoció la gran influencia que Campbell tuvo en su concepción de Star Wars. Pero es importante subrayar que el propio Campbell veía en el cristianismo uno de los grandes transmisores de ese viaje arquetípico. La forma en que Lucas configuró la saga pivotó alrededor de las etapas clásicas: la llamada a la aventura (Luke recibiendo el mensaje de Leia y encontrando a Obi-Wan Kenobi), el rechazo inicial (no querer abandonar Tatooine), el encuentro con el mentor (Obi-Wan), el cruce del umbral (partir con Han Solo de Mos Eisley), las pruebas y adversidades, la tentación del lado oscuro, la pérdida (la muerte de Obi-Wan), hasta llegar a la transformación final y el retorno con el “Elixir” (la libertad galáctica). 3.2. El héroe cristiano: humildad, servicio y responsabilidad En el cristianismo, el héroe no es el que se impone por la fuerza, sino quien, ante todo, se somete a la voluntad divina para servir a los demás. Luke Skywalker es valiente y habilidoso, pero sus victorias no se basan en el orgullo o la violencia gratuita; más bien, triunfa a través de la constancia, la fe y el amor inquebrantable. Incluso en la trilogía original, cuando los Rebeldes se enfrentan al Imperio, su motivación no es la venganza ni la dominación, sino la libertad y la justicia. Luke se hace grande porque asume su responsabilidad de manera personal, porque no se conforma con ser un peón de una lucha colectiva, sino que toma la bandera del heroísmo individual y la sacrificia por el bien común. Esa noción, en un contexto cristiano, se acerca a la virtud de la caridad y el servicio. No es la aniquilación del otro, sino su corrección, la esperanza de que el malvado pueda convertirse. Es la reafirmación de la dignidad de cada uno de los seres, creados iguales en valor pero con talentos y misiones distintas. Al final, el héroe cristiano no es un superhombre nietzscheano, sino una persona consciente de sus limitaciones, que encuentra en su debilidad la ocasión para la grandeza, pues se abre a una fuerza mayor que le trasciende. IV. El advenimiento de la cultura “WOKE” y el asalto a los fundamentos de Star Wars 4.1. Una ideología basada en el colectivismo y la lucha de identidades En épocas recientes, ha cobrado fuerza la llamada cultura “WOKE”, un fenómeno que, si bien se presentaba originariamente como una toma de conciencia ante las injusticias sociales y raciales, se ha tornado en una ideología rígida y altamente normativa. Se promueve la corrección política extrema, la anulación de la disidencia y, en el ámbito cultural y cinematográfico, se exige la reformulación de personajes, historias y valores para ajustarlos a un guion ideológico en el que prima la identidad de grupo por encima de la individual. En este proceso, el viaje del héroe deja de ser una expresión de la grandeza personal y de la libertad, pasando a ser un relato colectivo en el que el individuo no es más que un engranaje. La misma idea de un héroe elegido se ve tildada de “elitista” o “excluyente”. De pronto, pareciera que ya no se puede contar la historia de un personaje que, en soledad, se abre paso hacia la salvación o la redención. Ahora todo debe ser fruto de una identidad grupal, y la narrativa se pierde en mensajes panfletarios que pretenden ser “inclusivos” pero que acaban por anular la profundidad humana. 4.2. La inversión de la épica en las nuevas producciones Este giro se ha evidenciado de manera clara en las más recientes producciones relacionadas con Star Wars, ya sea en la trilogía secuela (episodios VII, VIII y IX) o en algunas de las series televisivas que prometían expandir el universo galáctico. Aunque alguna de ellas ha logrado retazos de la antigua grandeza —normalmente, cuando se centran en historias personales de redención o aventura—, la mayoría ha dejado traslucir una intención de “desconstruir” los mitos originales. Vemos a personajes femeninos ensalzados no tanto por su carácter o esfuerzo, sino por su sola condición de mujer, como si el género fuera lo único que importara. Vemos a héroes masculinos ser humillados y degradados para dejar claro un mensaje de que, en este nuevo paradigma, los hombres son obstáculo y no impulso. Se diluye el conflicto moral de la saga, convirtiéndolo casi en un escenario de villanos caricaturescos que buscan la dominación sin razones profundas o matices, y de héroes puros que no necesitan entrenamiento o luchas internas porque ya “nacieron” empoderados. Todas estas decisiones argumentales se disfrazan como “modernizaciones necesarias”, cuando en realidad se trata de la imposición de una ideología que repudia el arquetipo heroico y, por ende, la noción cristiana de la libertad. El fracaso en taquilla y en críticas de algunos de estos productos (o al menos su menor resonancia en comparación con la venerada trilogía original) evidencia que el público anhela todavía esa épica genuina que conecta con lo más profundo de su espíritu. 4.3. La ofensiva contra la libertad de expresión La cultura “WOKE” no solo ataca las historias, sino a quienes se atreven a señalar su declive. Hemos visto cómo periodistas, críticos y fans son silenciados, acusados de “intolerantes” o “retrógrados” por el mero hecho de señalar que la saga Star Wars ha perdido su esencia. El escarnio público, las campañas en redes sociales y el boicot a la disidencia son armas habituales de este movimiento, que, paradójicamente, afirma luchar por la inclusión pero rechaza cualquier opinión contraria a su guion ideológico. Así, se configura un nuevo “Imperio” que, lejos de tolerar la pluralidad de visiones, impone una uniformidad mental que corre a la par de un colectivismo globalista, en el que cada vez hay menos espacio para la libertad individual y la expresión artística genuina. V. Fracaso comercial y pérdida de audiencia 5.1. Una desconexión con la herencia de George Lucas Si algo quedó claro con los estrenos de las nuevas películas y series de Star Wars es que resultaba prácticamente imposible contentar a la antigua legión de fanáticos y, al mismo tiempo, complacer a las corrientes ideológicas que exigían la reformulación absoluta de la saga. El resultado: una tibia acogida de buena parte de los fans veteranos, quienes se sintieron traicionados al ver cómo se ridiculizaba o apartaba a los personajes tradicionales, y cómo se implementaban líneas argumentales incoherentes con la filosofía original de la Fuerza. La desconexión con la herencia de George Lucas se hizo evidente en decisiones narrativas que ignoraban por completo las referencias bíblicas y míticas. Donde antes había una trama de conversión y redención, ahora se enfocaba en “revelaciones” efectistas y en la superficialidad de la acción sin alma. Los directores y guionistas se enredaron en la imposición de agendas políticas y sociales que poco tenían que ver con la esencia atemporal de Star Wars. Era de esperarse que, con el tiempo, las cifras de taquilla y las suscripciones a plataformas de streaming mermaran, pues no se estaba ofreciendo lo que la audiencia buscaba: esa experiencia épica, casi sagrada, de la que surgió originalmente la saga. 5.2. De la adoración al héroe al desprecio por la individualidad El colectivismo del discurso “WOKE” se plasma en la narrativa: el viaje interior del héroe, la lucha con la tentación y el surgimiento de la conciencia moral personal quedan relegados a un segundo plano. En su lugar, se ensalza un supuesto “progreso” comunitario que borra cualquier característica distintiva. De esta forma, se pierde el encanto de ver a un muchacho humilde (Luke) convertirse en caballero Jedi o la emocionante transformación de un sinvergüenza con corazón de oro (Han Solo) en un general de la Rebelión. La narrativa emergente deja de lado la belleza del libre albedrío y del sacrificio personal para convertirlo todo en un discurso de “liberación social” vacuo, que no profundiza en las motivaciones ni en los valores trascendentes de sus protagonistas. El público, en su mayoría, no se siente inspirado por ello. Al contrario, se aleja. Cuando uno acude al cine o enciende la pantalla para disfrutar de Star Wars, lo hace para volver a creer en la grandeza del ser humano, en la fuerza interior que nos impulsa a superar nuestros límites y en la posibilidad de la redención. Reducir esta experiencia a un simple panfleto político deja insatisfecho al espectador. Así es como se explica que las cifras de audiencia caigan y las críticas se vuelvan cada vez más agrias. VI. Reflexiones filosóficas: En defensa de la libertad y contra la agenda globalista 6.1. El valor de la persona por encima de la masa En el corazón del cristianismo y del pensamiento conservador está la creencia en la dignidad irrepetible de cada ser humano. A diferencia de corrientes colectivistas que diluyen al individuo en la masa, la visión cristiana y personalista defiende que cada uno somos llamados a desarrollar nuestros talentos en libertad, respondiendo a la llamada de Dios. Esta dignidad personal se reflejaba con fuerza en la concepción original de Star Wars: cada personaje, con sus defectos y virtudes, con su pasado y su destino, era un mundo a descubrir. Eran sus decisiones individuales las que movían la trama y alteraban el rumbo de la galaxia. Hoy en día, la agenda globalista tiende a uniformar los criterios. Se nos dice que hay que aceptar sin cuestionar ciertos dogmas progresistas, y que quien discrepe se convierte en un paria. Ese uniformismo mental es claramente incompatible con la cosmovisión cristiana y con la épica heroica, donde el individuo, con su conciencia y libertad, es el eje de la historia. Cuando se intenta difuminar esa responsabilidad personal, la narrativa se vuelve plana y carente de rumbo, pues no hay un centro moral desde el que construir la épica. En consecuencia, las obras se hunden en la indiferencia, sin pasar a la posteridad como lo hicieron las películas originales. 6.2. La presencia del mal y la necesidad de la redención La tradición cristiana entiende el mal no como una simple “construcción social”, sino como una realidad trascendente que está en el mundo, pero también en el corazón humano. De ahí que la historia de la salvación consista en reconocer la posibilidad del arrepentimiento y la gracia. En Star Wars, el lado oscuro no era meramente un grupo político con el que se discrepa, sino una fuerza real que corrompe el alma, que desvía las intenciones y que supedita la voluntad a la codicia y el miedo. La cultura “WOKE”, al relativizar las nociones de bien y mal, reduce todo a un conflicto de intereses políticos o de identidades colectivas: no se trata de un villano que ha cedido a la tentación del odio, sino de un “sistema opresor” contra un “colectivo oprimido”. Si cambias al opresor, la estructura se mantiene, y el ciclo se repite. Se pierde así la dimensión moral, ese elemento íntimo de decisión personal entre la Luz y la Oscuridad. El resultado es una narrativa pobre, en la que los personajes son peones de agendas, incapaces de tomar decisiones radicales que cambien su destino. 6.3. ¿Por qué la épica necesita de la trascendencia? Para que una historia sea épica, requiere un horizonte de trascendencia. Los antiguos mitos tenían dioses y semidioses; la tradición cristiana introduce la figura de Cristo y la intervención divina en la historia; incluso la literatura laica más potente preserva un sentido de lo sagrado, algo que está por encima del materialismo. Si la “agenda globalista” se obstina en negar toda realidad trascendente y reduce al hombre a un mero animal político o a una cifra estadística, ¿qué grandeza puede brotar de ahí? El público reclama historias que eleven el espíritu, que nos hablen de virtudes eternas como la valentía, la amistad, el sacrificio, la fe y el amor que vence a la muerte. Star Wars, en sus orígenes, ofrecía todo esto bajo la figura de la Fuerza, de los Jedi, de la lucha heroica contra el Imperio. Cuando se desvanece esa trascendencia, por imposición de un discurso materialista y deconstruccionista, lo que queda es un cascarón vacío de espectáculo. Podrá haber efectos especiales sobresalientes, pero la esencia dramática y moral se difumina, matando la emoción y la conexión con el alma humana. VII. Conclusión: La necesidad de un retorno al espíritu original Hoy, muchos fans de la saga claman por un retorno a los valores que cimentaron la grandeza de Star Wars. Exigen historias que recuperen el heroísmo auténtico, la redención, la tensión moral y la profundidad espiritual que caracterizó a la trilogía original y que, en menor medida, también estaba presente en las precuelas. Buscan personajes con dilemas reales y con una sed de superación personal, que no teman mostrar sus debilidades y que encuentren la fuerza para salir adelante. La cultura “WOKE”, con su guion de corrección política y su acento en el colectivismo, ha intentado y sigue intentando socavar estos principios. Sin embargo, los resultados en términos de respuesta del público y de impacto cultural se han demostrado cada vez más pobres. Las grandes corporaciones, que abrazan esta agenda por temor a ser tildadas de “retrógradas” o “discriminatorias”, se enfrentan a la creciente decepción de los seguidores de la saga. Al final, incluso desde una perspectiva puramente comercial, la decisión de mutilar el arquetipo heroico se traduce en pérdida de audiencia y críticas negativas. Para quienes creemos firmemente en la libertad individual, en la fuerza inquebrantable del alma humana, en la gracia que redime al pecador, en la belleza de la redención y el sacrificio personal, la saga original de Star Wars permanece como un ejemplo brillante de cómo la narrativa puede abrirnos a la grandeza. Esa grandeza no es meramente humana, sino que conecta con un anhelo de trascendencia, de comunión con Dios, de victoria de la Luz sobre la Oscuridad. En un mundo donde las ideologías colectivistas pretenden aplastar la diferencia, resulta más urgente que nunca defender la relevancia de historias como Star Wars en su versión genuina. Estas historias nos recuerdan que la libertad no es un derecho concedido por el Estado o por la sociedad, sino un don divino que todos poseemos por el hecho de ser personas. Nos recuerdan que la aventura de la vida es, ante todo, personal; que cada uno ha de librar sus propias batallas interiores y que no existen atajos para alcanzar la auténtica grandeza. Es inevitable que la franquicia siga produciendo series, películas y productos derivados. Muchos querrán seguir experimentando con la narrativa para alinearla a tendencias de moda. Mas, si la experiencia de estos últimos años nos ha enseñado algo, es que la esencia de Star Wars —su núcleo heroico, místico y esperanzador— no puede ser reemplazada sin que la saga pierda su alma. Y esto no es una simple cuestión de nostalgia: es la constatación de que la historia se apoya en un arquetipo universal que bebe de fuentes milenarias, entre ellas, la fe cristiana y la estructura del viaje del héroe. Quien reniegue de esto, terminará ofreciendo productos carentes de mística y condenados a la indiferencia. Como crítico de cine cristiano y conservador, mi esperanza es que regrese la valentía de contar historias elevadas, llenas de fuerza moral y que no teman enfrentar la corrección política con una declaración honesta de la verdad. Star Wars supo cautivar a millones porque apeló a lo más noble del alma humana, a ese anhelo de salvación y de triunfo sobre la tiranía. Que hoy se intente socavar esos cimientos —bajo una supuesta lucha contra “opresiones” imaginarias— es una tragedia para el arte y para la libertad. Pero la Luz nunca será totalmente sofocada: mientras haya hombres y mujeres dispuestos a defender la épica y la trascendencia, siempre existirá la esperanza de que, como Luke Skywalker, recuperemos la fe en lo que somos llamados a ser y en la voz eterna que nos invita a alzarnos contra la Oscuridad. Al final, el fracaso de la agenda “WOKE” en Star Wars y en otras tantas producciones es un síntoma de que el corazón humano sigue demandando algo más profundo que la ingeniería social disfrazada de entretenimiento. Deseamos relatos que ensalcen la responsabilidad individual, la dignidad sagrada del hombre y la posibilidad de redención aun en las tinieblas más densas. Ese es el legado cristiano que, aunque no siempre se nombre explícitamente, late en la mayoría de nuestros grandes mitos culturales. En suma, Star Wars nació con un claro trasfondo espiritual y un arquetipo heroico que, sin ser abiertamente catequético, hundía sus raíces en la tradición judeocristiana y en la filosofía de la libertad individual. Esos pilares se han visto amenazados por ideologías colectivistas y por la búsqueda de una igualdad forzada y destructiva. Sin embargo, la historia ha hablado: la saga brilla cuando defiende su esencia, y se apaga cuando la sacrifica en aras de agendas ajenas a su naturaleza. El público lo percibe, y las cifras de audiencia lo confirman. Hoy más que nunca, necesitamos reencontrarnos con esa épica primigenia, con la valentía del héroe que abraza su misión personal y con la verdad de que la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la podrán vencer. Que la Fuerza —y la fe— nos acompañen siempre. Te puede interesar:¿Nos tomamos la última en la Cantina de Mos Eisley?Darth Bane, Lord de los SithLa historia de los Jedi y otras curiosidades del universo Star WarsStar Wars Legends; Jaina Solo Comparte esto:Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Tumblr (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)Haz clic para compartir en Pocket (Se abre en una ventana nueva) Relacionado Comentarios Comentarios
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